El nombre de Bután evoca, en general, muy poca cosa en occidente. En efecto, este reino himalayo, tan pequeño como Sui7'N atrapado entre los dos gigantes que son China y la India, desde los comienzos de su historia se ha mantenido al margen de cualquier conmoción política que pusiera su nombre sobre la palestra mundial. Recientemente una política bastante sagaz evitó lanzarla en el círculo del turismo de masas. Bután se mantiene como un país secreto de un millón de habitantes, que conservan con gran fuerza sus tradiciones seculares y su independencia. La historia de Bután se confunde desde sus inicios, ene! siglo VII con su historia religiosa. El budismo "tantrique", llamado también lamaismo, fue introducido, según la tradición butonian" a, en el siglo VIII por PADMA SAMBHAVA, venerado bajo el nombre de GURU RIMPOCHE. Suceso que marcará para siempre la historia de este país, que será en lo sucesivo considerado por los tibetanos, vecinos del norte, como un terreno priviligiado para el proselitismo y como una tierra de asilo dotada de un clima agradable y de un inconmesurable potencial agrícola y forestal.