Madres lejanas de tiempos lejanos
Revisión
Cualquier mujer del siglo XX, sea sencilla o sofisticada, profesional o dueña de casa, rica o pobre, de la ciudad o del campo, estaría de acuerdo en afirmar que sus hijos constituyen un aspecto central de su vida, que está dispuesta a dar su vida, que está dispuesta a dar mucho por ellos y que, además, los goza y los disfruta. Ninguna mujer moderna podría concebir no amamantar a su hijo, no cuidarlo, verlo crecer, jugar, rabiar, en fin, vivir junto a él. Y, sin embargo, este sentimiento que hoy nos parece tan obvio, es más nuevo en la historia occidental de lo que cualquier mujer actual podrá sospechar. La historia que nos enseñaron en el colegio estaba abigarrada de fechas, batallas y nombres famosos. Se suponía que la historia estudiaba sólo lo "importante". Hoy sabemos que lo importante de la vida no se agota en lo público, que la forma en que vivimos nuestra vida cotidiana, nuestra forma de amar, de sufrir y de gozar es tan importante para la sociedad como los acontecimientos que llenan los titulares de los periódicos.